
Cuando emprendemos un camino o un viaje, la mente puede estar ocupada en saber cuándo llegará y al igual que Burro, el fiel amigo de Shreck, puede ponerse a preguntar en forma insistente si: ¿ya merito llegamos? Muchas prácticas religiosas o procesos de formación personal nos pueden comentar que lo importante es empezar por querer cambiar y claro que es capital; sin embargo, al obturar ese botón tu maquinaria mental no olvida de la noche a la mañana su programación. Puede tomarse un tiempo o la vida entera el empezar a transformarnos de verdad verdad. Así que más que llegar, prepárate para el viaje. El gran viaje del reencuentro con alguien que eres, aunque en forma curiosa, ni siquiera conoces.
Procura tratarte con cuidado, en forma amorosa, busca sosiego en el arte. Si sueles dispersarte, ve a dar una caminata, mueve el cuerpo, saca a pasear al perro frenético que hay en algunos de nosotros y luego emprende de nuevo la labor.Trabaja en ti por tiempos más cortos, pero trabaja. Huir a sentirnos bien en aquello que nos genera esa falsa tranquilidad sería lo más fácil; pero, entonces, volverías a tu deseo de llegar por llegar sin entender que es el camino el que nos construye.